Esto podría ser alguna que otra cosa, pero no un lipograma

Érase una vez un ser tan extraño que nunca nadie jamás supo nada sobre él (o ella o ello o aquello).
Ni color, ni forma, ni tamaño; ni tan siquiera su aproximada ubicación.
Sólo se conocía su afición a gritar en el idioma aún hoy típico de Wiesbaden: 'kaputt, kaputt'.
Y, no es que se le eche de menos, pero me caía bien así como era, tan propio.