Un pie.
Otro.
Ella se arrastra hacia el baño. Él sigue dormido. Se durmió mientras lo hacían.
Ha llegado hasta el lavabo. Se enjabona la cara.
Un vistazo al espejo que refleja lo obvio: "esto no puede seguir así", rumia a sus adentros.
Alcanza el sofá. Se enciende el penúltimo cigarrillo.
Sobre la mesa del salón dos ceniceros colmados, dos vasos de tubo vacíos y el mando del televisor. También hay una bolsita blanca abierta.
Aún queda un poco.
Lo suficiente.
Él se ha despertado.
"¿No queda?"
Montan en el coche. Conducen veinte minutos. No se dicen nada.
"No nos fía más". Sobran palabras entre ellos.
Ahora entra ella. Sale tras media hora.
Vuelven.
Él habla.
Ella no dice nada.
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