De ser poeta

si fuera poeta rimaría dos veces en tus heces para exclamar: "madre mía"
si fuera poeta escribiría en un idioma difícil lo fácil y de ti me reiría
wäre Ich Dichter schriehe Ich jetzt schon: "Mein Sohn, Ich bin dein Vernichter"
wäre Ich Dichter käme Ich zu dir y diría: "que me vuelvo otra vez finster"

si fuera poeta me casaría por amor, y el dolor, de las rubias, a ti legaría
si fuera poeta la teta sólo sería otra carreta en la que elogiaría al proxeneta
si fuera poeta ya alterado habría los límites propios de dimes y diretes, madre mía
si fuera poeta al menos, no tendrían sentido alguno estos... respiros a lo sumo

de ser el poeta que no soy hablaría de cosas importantes
de gente que se muere por hambre
de gente que vende sin metáforas su sangre
no de un tío inmerso en el mar de dotes en cuyo espejo tiene su único escaparate





Dedicado, con amor (amor del bueno, ¿eh?, que luego se malinterpreta), a Luis Miguel Rabanal, Kase-O y a la puta que me parió.

Esto vendría a ser un anorexismo mediano (tumbado), o una visión realista de mi encefalograma habitual

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El mundo en yema

Empecé a meterme el dedo en el culo a los trece años.
Ahora, veinte años y casi una hora después, comienzo a ver la luz al final de esa, esta entrada.

Más náuseas por favor

A veces ocurre que parece que hay algo más importante que nosotros mismos, mas sólo es un autoengaño que se repite cíclicamente sin llevarnos nunca hasta el vómito final.
" y no pienso nunca en nadie más que en mí. Y no pienso nunca en nadie más que en mí."

De: Autosuficiencia, Parálisis Permanente

Mi señora y yo

Sus lágrimas aguaban el semen esparcido sobre su enrojecido rostro.
Hubiera querido decirle: "no llores mujer. Estarás mejor sin mí. Hay muchos como yo."
Evité consolarla o lamerla como tantas otras veces por compasión y porque en esos momentos no me apetecía mancharme de esperma, la verdad.
"Siempre tienes que salirte con la tuya. Te dije que me hicieras el amor, sólo por una vez, y ni ahora has podido. Me lo sigues debiendo."
Las palabras seguían sin salirme, como siempre, pero pensaba, "sé que soy tuyo, pero es mejor que me vaya. Necesitamos otras cosas." Y realmente era así.
Los últimos meses habían sido un infierno para ella, para cualquiera lo hubiera sido, incluidas cuatro semanas enteras sin yo querer salir siquiera para un simple paseo de nuestro hogar que con tanta ilusión mantenía limpio y ordenado, pero ni su entrecortada y por el llanto ahogada voz me iban a retener junto a ella esta vez.
Ese día se mostraba más agresiva aunque era inocultable su deseo de hacerme pasar otra noche en su cama, en el dormitorio, que al igual que el resto de la vivienda había sido decorado a costa de la billetera de sus padres, que antes ya habían pagado también el pequeño adosado, como si me fueran a poder retener en mi camino estas pequeñas posesiones. A mi primer amago de abandonarla los convenció, no sé qué pasaría por su cabeza ni cómo lo consiguió, para poner la casa a mi nombre. En el pueblo la llamaron de todo, sobre todo loca e inconsciente, y cosas por el estilo.
"Eres el amor de mi vida." Insistía con esa frase desde la primera vez que traté de abandonarla sin avisar, pues no era capaz de argumentarle que nuestra relación debía tocar a su fin. En lo sucesivo también incluyó: "mis padres ya son mayores y de aquí a un par de años nos haremos cargo de la finca y de los terrenos del aeropuerto. Tendremos mucho dinero y todo será más fácil, muy fácil. El tonto de mi hermano y su mujer no se enteran de nada y nos lo quedaremos todo."
Yo había visto mucho cine negro con ella acurrucado a sus pies o en sus brazos y me gustaba, pero sólo como tramas para las películas. Tampoco tenía yo aspiraciones de terrateniente, no había nacido para ello, además de no soportar ya sus caricias, pero su entrega y fe en lo nuestro habían hecho replegarse muchas veces antes a mis intenciones.
No, esta vez me lo había jurado. Resistiría aunque sucumbiera una vez más a sus espléndidas curvas y depilada piel, y me marcharía sin remisión.
Me armé de todo el valor que se le suponía a mi raza y ladré. Ladré como nunca pero no entendió.
Y aquí sigo años después. Me he hecho viejo enseguida.
Ella se mantiene joven. Ha pasado la tarde sobre el sofá tricotando una especie de jersey que espero sea para su sobrina porque si es para mí juro que me tiro delante del primer coche que pase. Como que me llamo Yaco.

Carta abierta a Blanca Romero

Estimada Blanca:

Disculpa que me tome estas libertades pero ya no aguanto tu indiferencia hacia mi persona.
Es parte de tu fuerza y libertad, lo sé, y me subyuga aún más a tus encantos, mas ya va siendo hora de que me tomes en serio.
Como puedes comprobar por ti misma no tienes que lidiar con el morlaco de la calumnia en mis escritos, ni con ningún cotilleo astifino.
No, no me gustan esas partes, sólo emulo al gran Cervantes
que al escribir su Don Quijote creó la mayor de las artes.
Aquel fue el momento literario más memorable, también para ti, intuyo.
Al igual que esos guantes negros alzados por puños más negros marcaron tu rebeldía, la mía es más llana pero igual lucho contra la cobardía e injusticia, la personificada en mí, que nunca será abolida.
Toda mi obra a tí, que eres mi mayor pequeña elegía atemporal, no decaerá, aunque se siga vertiendo en una escudilla sin romero, me temo. Y más que el cantante de jazz se volviera no sonoro, no pararé de avisarte: "cuidado mujer, ¡corres entre lobos!"
Nunca releas esto tampoco, no vaya a ser que cuaje en ti el poso de mi yo literario.
Seguiré trabajando sin cesar aunque me toque la bonoloto, cuyo premio no sería más que derrochado en ayudar a quien lo necesita, como tú.
Nunca me excusaría por no querer ir a tu encuentro aunque me tentara invocar a alguna bruja, tal como algunos niños, o niñas llamadas Blanca, hacían.
Sé que te hubiera gustado ser escritora y viajar desmaquillada por el mundo, descansar en islas soleadas y al fin poder llorar un réquiem por un sueño, un día, antes de iniciar tu periplo por una blanca luna emanadora de jazmín en cuyas mareas de olas espumosas saborearías el sabor inventado de la menta.
Tu camino sin embargo ya es otro, mejor sin suda, y no incluye ver bodas de príncipes y paganas paisanas por la tele, ni moverte de tu tierrina caigan o no las torres más gemelas, y ya no esperas gran cosa de este mundo hasta que perpetúe la condena de todos los pedófilos y sean erradicadas las patadas de todos los racistas.
Te has vuelto muy grande con tu amor de madre y sólo descontrolas de manera esporádica, y curiosa, y siempre con Méjico de por medio.
Aún vacilas ante la desnudez si es física, pero en tus letras te abres de par en par y lo que se ofrece al presente es inabarcable humanamente, y así se siente, todo el sosiego de tu corazón razonado, y que sea así eternamente.
O no, es indiferente.
Pues aunque
ya ves que me esmero Blanca Romero
en aspirar tu fragancia cual farlopero
me es fácil cambiar el tono
y jurar que te lo haría como un mono.
Por tanto basta de ya de ignorarme y dame las gracias por publicitarte.

Banksy o no. Yo diría que sí.

Vacaciones por Barrameda, de 'Otro hijoputa'

Muchas manos éramos palpando,
la posterior puta del pueblo gritando

Corríamos a perseguir un gol
y vuelta la esquina la vimos
Locura colectiva instantánea,
inexplicable posesión infantil

A la voz de a por ella la cazamos
La tumbamos,
olvidado el balón,
la arrancamos de su flor añil
Y surgió la perenne apnea

La chaquetilla desmangada,
el vestido de bufanda,
las braguitas tobilladas

Tres sujetaron, rodillas clavadas,
dos manos, la dilataban,
y uno,
forjaba su mirada

Ella,
ya lo dije,
chillaba.