Murders, I don't believe you (Your life's on the line)


David Mardaras

Ya no suelo comentar libros en este cuaderno de escritura, pero la ocasión merece un humilde aportación por mi parte, pues considero que Schattenboxen es un oasis en el desierto de este comienzo de siglo. Quiero dejar escrito aquí que esto es lo que yo considero buena poesía; que tiene todo lo que mi gusto lector, producto del más egoísta, implacable y desconsiderado deseo de satisfacción, puede pedir a la poesía. Y lo más extraordinario: se trata de un libro contemporáneo y cercano, escrito recientemente, probablemente en Gijón.
Calificaría esta poesía de muy estética y muy lúdica, y no por ello (es que no habría ni que decirlo) frívola en absoluto. La poesía debe ser verdadera; nada más, amigos.
Schattenboxen posee una esencia musical que hace del poema un hecho magnético, un objeto que existe, que gravita, que es, en un cosmos, siendo en perfecto acuerdo con las leyes naturales que lo rigen. Un objeto a menudo de formas limpias y básicas, geométricamente claras (a menudo 4 ó 5 versos), perdurable, mineral, de una sólida, densa, natural estructura hecha de sílabas, métrica y prosodia de alta precisión, que confunde su articulación con el propio dictado y acontecimiento de las leyes naturales de la gravitación de los cuerpos poéticos en el poema. Hecho magnético también el poema como enigma a veces y como expresión y autoafirmación de una poética propia, como debe de ser, que se manifiesta, brillante e inmanente, en medio de la nada de la página en blanco y de la nada del mundo (donde tanto se escribe, tanto se emborrona) como página en blanco y ruido. Poesía que hace del significante, la palabra –rico y bello léxico el que se da cita en Schattenboxen–, materia física del arte, unidad no obstante descompuesta en sílabas, en letras, materia plástica y materia musical, jugando, tentando el significado y significando, representando, es decir, desvelando, descubriendo, cincelando, en fin, poemas nunca antes encontrados, raros, singulares, propios de un tiempo, un lugar, una persona, y sin embargo reconocibles, indudables, apreciados por su misterio, y sobre todo por su belleza y preciosidad, su singular presencia en relación con el mundo que han vendido a habitar. Hacer eso de la palabra es ser poeta, amigos.
Este es un libro de hoja perenne.
El carácter lúdico al que aludía al principio, el esteticismo, la centralidad del lenguaje como materia de la poesía, el discurso metapoético que recorre el libro, son aspectos novedosos, por una parte, en el panorama actual (al menos en el que yo conozco), dominado por la economía, la coloquialidad, el realismo autobiográfico y un yo demasiado civil y poco dado a la aventura, combinación que a menudo desemboca en lo prosaico (es decir, lo contrario de lo poético) y muy tradicional y propio de la poesía en castellano por otro (pienso en la herencia de simbolismo y parnasianismo, en las vanguardias, en César Valllejo, en la generación del 27, en la del 50, en Gil de Biedma). La rima es fundamental en esta poesía, como lo es en la tradición castellana. No así en la anglosajona. Menos aún en la anglosajona traducida al castellano. Menos aún en Carver y Bukowski traducidos al castellano.
Bien, la poesía es amplísima, puede adoptar múltiples perspectivas poéticas. Pero como decía, esta es la poesía que más me gusta a mí y lo que yo considero buena poesía.
Y lo es, para mí, por sus rasgos pero sobre todo por cómo me hace sentir, es decir –no quiero dar la impresión equivocada–: no se trata en absoluto de que el libro corrobore o no presupuestos teóricos, sino de que te haga gozar de su lectura, por los medios que sea. Yo sólo he apuntado superficialmente algunos, que acaso acierto a discernir, aquí arriba, pero me quedo muy corto en el análisis. Más allá de esto, y en lo que a mí concierne, Schattenboxen lo consigue. Leo del Mar lo consigue. Este libro es una joya.


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