Dos imágenes de un solo tipo dedicadas a quien busque una, u otra, buena razón para no creer en la medicina alternativa

A la izquierda Radovan Karadzic, a la derecha Dragan Dabic.
En medio y alrededor un espacio en blanco de 13 años que debiera ser negro.

La estúpida no parábola del gato muerto y el principio de una canción de Kid Frost (trans-modern Wilde-Style)

Minou era un gato guapo, de los de antes, como un galán de los años cincuenta si me permiten la comparación. Portaba con orgullo su pelaje perlado y brillante. Ojos claros como el mar caribeño y orejas negras como las noches nórdicas, igual de oscuras como sus fauces y en derredor de las mismas, y su aterciopelada cola, más albinegra que otra cosa si no falto a la verdad, rígidamente pétrea prácticamente a voluntad o requisición cual columna milenaria, o por contra tan sedosa e imperceptible y capaz de unificarte con el éter que derretía a quien se dejaba acariciar por ella, la cola. Hasta hace bien poco era así de guapo, seductor, viril, digámoslo a lo humano, pues fue enviado letal y químicamente más allá de la duermevela onírica hacia la negritud del instante eterno de justos e injustos, aquélla aún sería demasiado consoladora como limbo, en la clínica veterinaria de un precioso pero sobretasado pueblo pesquero del Levante español, hace unos pocos días.
En realidad devenía triste hacía tiempo ya. Sin gana, apagado, flaco-flaco, roto volvía últimamente a la que fuera su madriguera de buen vivir. La vida en la calle no era para él, aunque lo vio nacer, porque fue sacado de allí por ella, su ama. Con ella engordó y creció para ir desarrollándose poco a poco y, ésta era la idea debía pensar él, transformarse en un león que salvaguardara a quien le rescató de una dura vida entre basura, sobras y desmanes de género propio.
Y fue tirando para adelante la cosa. Ella también ganó peso contenta en apariencia de la compartida felicidad. Las vacas gordas parecían que pastarían al menos durante siete años en su jardín, por donde Minou se paseaba orgulloso y seguro de si mismo, ya que no olvidemos sabía, bueno, hasta que dejó de saberlo, que aquél era su terreno y debía someterlo con suficiencia, tanta, que ni se inmutó cuando su ama trajo a casa una pequeña bola negra de pelos, en Uruguay ni siquiera llegaría a la definición de boludo esa cosa, y que apenas respiraba. Al principio aclaro, que ahora debiera ya, por su propio bien, estar preparado para bufar cosa mala.
Minou, en su afán de subyugar todo el terreno del frondoso aún seco jardín de lagartos, ratas de tierra y hasta, tan valiente era, perros sarnosos que pululaban a sus anchas por donde los dominios de su dueña, fue dejando de lado su cometido principal como animal de compañía. Y ésta es precisamente la única tarea que no debió desatender a costa de la seguridad de su hogar. Los sueños de dominación mundial no pegan con un gato doméstico.
Y con su vida lo acabaría por pagar, entregado al infierno del sinsentido de una vida primitiva llena sólo de instintos primarios en la, otra vez su casa, calle.
Sólo el hambre vencía su orgullo de haber sido desterrado por otro más nuevo, más pardo, más gracioso y de maullares más exóticos. No mostraba rencor hacia el joven, sólo generosidad con el nuevo al que dejaba comer primero, como para demostrar su señorío único y convencido de su innata capacidad de seducción y reseducción. También ella comía antes que él, aunque insaciable, repetía los mismos platos con Minou.
Las variables y cambiantes apetencias, y de gusto, de la ama era una hecho sobre el que estaba avisado nuestro gato, ya que el propio Minou forzó a la ama, esto Minou lo recordó demasiado tarde, a enviar al exilio a otro gato que ronroneaba tranquilo y sereno, o no tan tranquilo ni sereno, por esos mismos jardines a la primera llegada del ahora fenecido.
SIDA, sin más, diagnosticó la doctora, gatuno, vale, pero SIDA, conque fue sentenciado a dormir eternamente bajo unas veinte paletadas de tierra a tres palmos de la misma.
A mí lo que más me jodió en realidad fue que mientras lo enterraba en el jardín, sin pico, bruto que es uno, sólo con una pala, primero se formó una ampolla en mi dedo anular derecho que luego reventó antes de terminar la labor de soterramiento del encorvado por rigor mortis debido pero tieso cadáver.
Y es que gatos puede uno llegar a tener muchos, pero dedos sólo tengo diez y me hacen falta para escribir ésta, ahora ya muy desapasionada necrológica, por ejemplo.
O también podría hablarles del día en que para mí nació un nuevo estilo musical latino bilingüe y/o un padre le desveló a su hijo que todo el sufrimiento de este mundo tiene su fin:
"¿Parará papá?"
"¡Parará Pachín!"
Adiós gata, perdón, gato: ya estuvo.
"Ya estuvo. Yo estuve."

"Ya estuvo, ohh, ya estuvo."
Aquí va un vídeo de una canción que hoy en día pervive en mi memoria como si fuera mil novecientos noventa todavía, cuando no había gatos ni ninguna otra mascota más, igual que hoy curiosamente, que mi soledad (mi peluche no cuenta como tal, él es otra parte de mí).

Cuenta atrás de peluche

33 años
32 primaveras
31 balbuceando
30 tropezando
29 amantes
28 no correspondidas
27 euros de ahora pagué por ambas, por la primera y por la eterna
26 años tenía una que me quería cuando la dejé, los mismos que ésta que quiero y se va
25 la primera vez que dije por ahí la hinco
24 semanas medicamentado
23 de agosto (ver el número 1)
22 goles marqué en ligas regionales
21 amigos no he tenido
20 años tenía ella
19 cuando mi otra primera vez
18 años tenía yo
17 mi primer trabajo
16 trabajos
15 años tenía la chica más guapa
14 años, mi primer beso, beso
13 calzoncillos tengo
12 meses me quedan para otro año
11 contaba cuando eyaculé
10 dedos teclean sin parar
9 meses y algo más para nacer
8 días he llegado a trabajar por semana
7 años estuve con pañales
6 semanas ingresado
5 muertos he visto
4 millones de rayas
3 días estuve muy loco
2 veces empuñé un cuchillo
Una mañana casi no la cuento
Todo esto para llegar a la nada

Feliz cumpleaños Leo, estás igual que aquel día en que debí verte por primera vez.
¡Qué cosas! Tanto tiempo, tantos sitios, y tú sigues ahí.
Gracias.
Mi madre dice que fue un domingo como hoy.

Moratones en la piel

"es por raspar frecuente la piedra del mechero
o por exhalar escondido el humo por la ventana
es por acariciarte demasiado entre dedos y pliegues
o por faltarle dulzura a la hora de joder con amor

es por mi habla sin ese yeísmo que tanto gusta
o por mi escritura en mensajes de texto empalagosos
es por arrastar la ese menos que la erre
o por batir el teclado noche tras noche

es por creerte de más y tacharte las faltas
o por estar aquí sin pensarlo demasiado
es por escuchar incansable a este no-poeta
o por silenciar en exceso el alba mediterráneo

es por fantasear sobre lo que te traeré mañana
o por huír del hoy que jamás se nos terminará
es por llorar en exceso lo que pudimos ser ayer
o por en este momento sin ganas reír el final del poema

"no tonto,
es porque ya no te quiero

Paremia Attack. Hoy: Paranoia

La paranoia es una fuente informativa fidedigna de información.

Las verdades de la paranoia quedan ocultas a los demás (eso te crees tú).

Las mentiras de la paranoia no son creíbles.

A mayor paranoia menor es la sorpresa indeseada.
(El clásico 'piensa mal y acertarás' actualizado)

A menor paranoia mayor es el sinsentido.

A igual paranoia gana el más esquizofrénico.

La paranoia es el tránsito de los elegidos.

Paranoia debiera ecribirse en mayúsculas siempre.

La razón recurre a la paranoia tarde o temprano.

La paranoia siempre se impondrá porque sí.

No relacionado con Blanca Romero ni con ninguna [esta redundancia la empleo sólo por mi, su, costumbre (gregario soy, hoy por hoy)] de sus congéneres

Blanca vino, y lo tomó todo, la muy cabrona, pero no es culpa de ella, ella es así. Yo ya estaba sobre aviso. Todos los que la conocen lo están, incluso antes de intimar, o solamente tratar, con ella.
Pero qué les voy a contar que ustedes no sepan.



Cómo no, él, que sabe de qué va todo esto, cantándole.
Él le canta a ella, o a otra quizá, que pudiera ser perfectamente, por qué no, Blanca, u otra, ¡qué más da el tipo de droga!

Another try to a love supreme (África es el sitio)

All coming down to Beta Israel
hearts wanna share the way to Freedom.
We all will pray and raise in Zion.
You don't have to smoke you just need to love,
but if you do so don't get high all alone.
So,
open your fingers and they'll become hands,
open your mind and we'll become friends.
Talk to me peace I will overstand,
punishing men they all be condemned.
Now,
back to the heart, back to the soul,
back to the people, all african born.
Back where the big Selassie's throne,
thrown out the world by rotten Babylon.
So,
let's go on and on, and on, on,
we'll party here and there under the sun.
Then moon shall come and we'll overcome.
You and me, daughters and sons of the same One.
One, One, One, One
One, One, One, One
One, One, One, One

Oohoo (x2)
Jah, Jah
Ooohoo
Jah, Jah
Ooohoo
Jah, Jah
Ooohoo
Jah Jah

(repetir todo)


*
Viene el canto a cuento de un ecléctico del concierto que celebrará Alpha Blondy en Cartagena (España) el próximo sábado 19 de julio, encuadrado en las actividades de La Mar de Músicas, al que por cierto no creo poder asistir, a la necesidad de unión y espiritualidad del género humano, y al hecho cada vez más evidente de que puede ser un genio cualquiera, cualquiera, cualquiera (y así hasta que yo quiera), que se lo proponga.
Y mi, cuasi clásica, muletilla final a lo anterior, a casi todo lo anterior: o no.

P.S:
Griten muy alto, más o menos en inglés, para que hasta el diablo oiga también esto, y nos deje en paz de una vez:
irie.
Otra vez: irie.
No os oigo: irie.
Una vez más: irie.
Significa algo así como supercalifragilisticoespialidoso aplicado a la vida en armonía y en especial, a ese estado de ánimo.
IRIE
IRIE
IRIE
Y ríe
un poco
más,
¡por Dios!
Venga,
me vale con una sonrisa.
Os quiero a todos.
IRIE


Gracias a la Ese y a Jimmy Cliff, y a todos los demás también, porque sí y punto

El mejor consejo que puedo dar

Cuando el demonio finja no mirarte por el retrovisor grita, muy alto, que no quieres morir todavía.




P.D:
13 de julio

Por supuesto que este consejo va dirigido únicamente a pusilánimes como yo, por si alguien dudaba.

Extracto de mi, aún hoy día, probablemente, novela favorita. Esto es un blog literario personal, pero no todo iba a ser mío. Además es mi blog,¡coño!


-Armanda -dije-: el otro día me sucedió algo maravilloso. Un desconocido me dio un pequeño librito impreso, algo así como un cuaderno de feria, y allí estaba descrita con exactitud toda mi historia y todo lo que me importa. Di, ¿no es asombroso?
-¿Y cómo se llama el librito? -preguntó indiferente.
-Se llama Tractat del lobo estepario.
- ¡Oh, lobo estepario, es magnífico! ¿ Y el lobo estepario eres tú? ¿Eso eres tú?
-Sí, soy yo. Yo soy un ente, que es medio hombre y medio lobo, o que al menos se lo figura así.
Ella no respondió. Me miró a los ojos con atención investigadora, miró mis manos, y por un momento volvió a su mirada y a su rostro la profunda seriedad y el velo sombrío de antes. Creí adivinar sus pensamientos, a saber, si yo sería bastante lobo para poder ejecutar su «última orden».
-Eso es naturalmente una figuración tuya -dijo ella, volviendo a la jovialidad-; o si quieres, una fantasía. Algo hay, sin embargo, indudablemente. Hoy no eres lobo, pero el otro día, cuando entraste en el salón, como caído de la luna, entonces no dejabas de ser un pedazo de bestia, precisamente esto me gustó.
Se interrumpió por algo que se le había ocurrido de pronto, y dijo con amargura:
-Suena esto tan mal, una palabra de esta clase como bestia o bruto. No se debería hablar así de los animales. Es verdad que a veces son terribles, pero desde luego son mucho más justos que los hombres.
-¿«Qué es eso de «justo»? ¿Qué quieres decir con eso?
-Bueno, observa un animal cualquiera: un gato, un pájaro, o uno de los hermosos ejemplares en el Parque Zoológico: un puma o una jirafa. Verás que todos son justos, que ni siquiera un solo animal está violento o no sabe lo que ha de hacer y cómo ha de conducirse. No quieren adularte, no pretenden imponérsete. No hay comedia. Son como son, como la piedra y las flores o como las estrellas en el cielo. ¿Me comprendes?
Comprendía.
-Por lo general, los animales son tristes -continuó-. Y cuando un hombre está muy triste, no porque tenga dolor de muelas o haya perdido dinero, sino porque alguna vez por un momento se da cuenta de cómo es todo, cómo es la vida entera y está justamente triste, entonces se parece siempre un poco a un animal; entonces tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que nunca. Así es, y ese aspecto tenias, lobo estepario, cuando te vi por primera vez.


El lobo estepario (Der Steppenwolf). Hermann Hesse. 1927

En la dimensión internAZional del actual problema sentimental, o, haciendo más amigos (ya verán con el alemán), o, mi propia: Canción para ligar

Ante briosas columnas delatoras, embellecidas formas griegas, hago ignominioso juramento kafkiano: lacerador mortificante; no obstante perjuro que rápido sucumbiría toda una vislumbrada Walhalla por Yehová, zalameramente.



Versión prosaica ampliada a la vez que simplificada, para estudiantes angloparlantes del castellano (a mis lectores hispanohablantes huelga cualquier aclaración, porque además son ustedes muy inteligentes):

I mean to say that, all the beautiful and graceful women that I should meet thereabouts will be rejected stoically, though this comes to sound absurd, but nonetheless this, particularities of the sick, I, metaphorically God (no offense please), could ruin again the promised and wished paradise without doubting, cunningly, with all kinds of selfish affectations in order to my own justification. I'm quite sure this is perfectly possible to happen in the future days, but I swear that it's the last thing I need or want right now.
I just can't give any guarantees other than my poems, to my sweet, now vanishing, love.

16. La última noche en el parque

Pero a la mañana siguiente Tía acude al fin a la llamada del amante. Dos años y quince días penando injustamente por ella y ahora de repente se acuerda de él. ¿Dónde ha estado Tía todo este tiempo? Acaso no sentía a su amado que presa de la desesperación enviaba su reclamo a través de los muros de su prisión infatigablemente noche tras noche, en la bien fundada esperanza de ser atendido como lo que era, su amante de inquebrantable afecto hacia ella, a pesar de la ausencia no sólo física sino también de espíritu de la amada desde hacía tanto tiempo. ¿Y ahora qué? ¿Espera que la reciba con los brazos abiertos como si no hubiera ocurrido nada?
Jorge no fue acumulando rencor, ni antes ni ahora lo sentía, más en ese mismo instante, en ese preciso instante en que supo nuevamente de ella se dio cuenta de lo obvio: no era digna de su amor. Nunca lo había sido, pero Jorge empeñábase en su cerrazón, asido fuertemente a unos sentimientos tan sólidos que sólo han podido ser derribados y mortalmente heridos cuando se la volvió a encontrar de frente y la miró a la cara y vio todas esas arrugas de mentiras sin maquillaje fraseado falseador alrededor de sus ojos y cuello, con la celulítis ya alcanzándole no sólo brazos y muñecas, sino hasta los tobillos y tan visible aún aquí entre las medias de rejas de puta manifiestamente barata que la a la par inverosímil mórbida flaqueza de sus carnes esqueléticas no revelaba otra cosa que su alma espuria, tan falsa cómo esos implantes de pecho que le asaltaron a la vista cual taimados trileros. ¿Qúe quedaba ya de su belleza natural? Nada. Toda ella era un engaño, un fraude, una mentira contada millones de veces que en un momento lúcido al fin ha sido descubierta por Jorge cuando se presentó nuevamente ante él. Y a él es a quien se le ha caído la venda de los ojos en última instancia, porque ella, bien lo supieron muchos, antes que él, nunca la lleva puesta. Digan lo que digan, ella nunca ha llevado los ojos vendados.