La luz de la farola proyecta la sombra alargada de Juan sobre la enladrillada acera salmón que empedra el sendero, limpio, a pesar de la ausencia de lluvia de los últimos días.
Son seis las colillas de cigarrillos Chester las que hay dispersas en el suelo alrededor de Juan.
La séptima aparece cuando da un pasito hacia atrás y apoya la planta de su pie izquierdo en el tronco de la farola, que es el único foco de luz en veinticinco metros a la redonda, sobre el cual reposa la espalda primero y luego, la cabeza.
Esta última colilla en realidad, es la única que debería denominarse como tal, puesto que el resto ha sido consumido únicamente hasta la mitad de la usual vida útil del cigarrillo.
Este recoveco del sendero que serpentea en subida hacia la loma central del parque, donde sobre el firme sólo se encuentra el típico banco de respaldos de madera y armazón de hierro forjado, donde la farola está inserta en la tierra a un par de palmos del bordillo que delimita el espacio natural del urbano, ha estado bien concurrido hasta hace unos minutos.
Juan suele pasear con su perro, desde hace un par de meses, por este coqueto parque de tamaño mediano por el que hasta corre un arroyito artificial que un par de puentecitos como de juguete hechos con tablillas agracian bastante, aunque por lo demás es un corriente parque de extarradio de una ciudad norteña, en el que casi nunca ha coincidido con nadie, puesto que es una nueva urbanización de la reciente periferia de la ciudad y por tanto una zona poco habitada por nuevos adquiridores de viviendas, sin tener en cuenta lo tarde que suele ser cuando Juan saca a su cocker Fritz. El perro puede corretear por las verdes laderas, casi siempre húmedas, ya a partir de medianoche, sin tener que preocuparse de gran cosa por él. Hoy se había retrasado un poco más de la cuenta por la prórroga y los penaltis del partido. Los suyos no habían tenido suerte esta noche.
Pero ahora prefería que su equipo hubiera sido eliminado ya antes, en el tiempo regular, así no hubiera llegado más tarde que de costumbre al parque. Al parque que desde hoy no volverá a considerar como su pequeño rinconcito de esparcimiento. Este lugar ya no será para él el mismo lugar. Nunca más, probablemente.
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