Tu complejidad inoculada

Aúlla el despertar del sueño
y bascula al sol la materia del miedo.

El primer paso sobre las cenizas de otra noche es duro
y eso que la cera caliente parece de la misma vela de siempre.

El reflejo es el habitual de un mortal consciente:
los ojos pequeños por si viera algo diferente.
Narananay, compay,
es la misma mierda de siempre.

La cara sucia y el espejo igual de sucio,
¿cómo iba a ser si no?

La noche terminó
demasiado pronto ayer.
La fiesta ya no es la que fuera.
Sí hay cosas que cambian.

Al menos es sábado y hoy no toca ganarse los cacahuetes.
A ver si esta noche me convirtiera en un tío con suerte,
y te viera devolver importancia por las esquinas de tu complejidad inoculada por tu gusto a los sitios de este barrio de mala, malísima, muerte.