Hoy es fiesta nacional en Corea del Sur

En Griesheim, un barrio a las afueras de Frankfurt a. M. (RFA) en algunas de cuyas zonas la policía, si bien se la invita a menudo, no digna a presentarse aun dándosele la bienvenida con cócteles estilo Molotov, fuegos neumáticos y voladores pesados parecidos a piedras de distintos tamaños, hará unos días unos niños, de camino al colegio, encontraron en un sobre 15.000 euros en efectivo (y unos documentos de identidad).
Los niños-tipo allí, amén de un importante reducto alemán, son de ascendencia turca, ex-yugoslava o magrebí en su mayoría, o del tipo fusionado en las más heterodoxas combinaciones, lo que hace que el crisol de nacionalidades allá brille ampliamente pues por su extensión en el norizonte.
Estos niños multicolor y polireligiosos, rairaperos y salseropunkies, tandurisauerkraut y frijoledöner son esto por los mayores que los hacen reconocerse por sus diferencias pero no dejan de ser niños por ello, y como tales actuaron repartiendo el botín entre los compañeros de patio. Entre todos menos uno, también esto es infantil, por lo que se deduce del chivatazo a un profesor que inmiscuyó a la policía, que a los colegios de allí sí acude, y que reunió casi todo la suma perteneciente a un ciudadano afgano que aún tiene que demostrar la legítima procedencia del dinero que aparentemente necesitaba para un viaje a China. Si este hombre en unos días logra acreditarse como dueño del montante a los niños, por obra y gracia de la ley alemana, les corresponderá el 3% del total como recompensa pero si no lo logra, y transcurren seis meses, el dinero, que estará en manos de las autoridades hasta entonces, será para los niños.
Y yo me pregunto:
a) ¿Fue en Griesheim donde aprendí que el queroseno arde mejor que la gasolina?
b) ¿Es intestinalmente asumible para mí tomar slivovitz antes de dar cuenta del ćevapčići?
c) ¿Deberían aspirar todos los niños a dejar de crecer como Oskar, el del tambor de hojalata?


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