DJ Pimp cae fijo, pensé, aunque pinche en esa icónica demostración histórica de que cualquier tiempo pasado no fue mejor como es la Ciudadela de Capua. Seguro que sorprenderá a más de uno cuando utilice los platos como congas o cuando en cuestión de pocos minutos haga aparecer auditivamente de manera indiscriminada en apariencia a Frank Sinatra, RATM o Ini Kamoze y en un salto mortal del relato, y disculpen las redundancias, me salto la parte en la que como, leo, salgo en bici, caigo y me hago daño en las manos y otras; la de DJ Pimp ya han visto que no. Sí que obvío también la parte de la noche en la que saludo a Miguel Barrero ya de vuelta en Gijón, y que no narraré aquí por cuestiones de coherencia ficcional pues pasé la noche, y algo más, como podrán comprobar, en Avilés.
Aplaudo. Todos aplauden. Pero yo aplaudo mucho más fuerte.
A cada palmada el dolor que siento es punzante, paralizador por un instante pero debo dejar constancia constante de mi satisfacción por encima de consideraciones epicúreas como este dolor, o esta sangre, y vuelvo a juntar las manos con mayor fuerza cada vez sobre la disimulada por tiritas levantada piel de mis manos. Tras Moces a bailar lo hago y tras Con tomillo y romero lo hago y tras todas y cada una de las canciones que Lucas 15 interpreta a partir de las dos de la madrugada en el buen marco que proporciona el auditorio de la Casa Municipal de Cultura de Avilés dentro de su correspondiente programación de La Noche Blanca que yo veo desde la poco ocupada primera fila de ese recinto lo hago.
Parece que el propio sacamantecas de Allariz revuelve en mis entrañas cuando escucho su canción que no puedo dejar de aplaudir cuando termina.
Aplaudo a rabiar de pie el final del concierto bisado. Aplaudo y aplaudo y las manos me duelen, y gozo, y la sangre tiñe de rojo mis manos, y soy feliz. Y aplaudo. Y aplaudo.
Y quiero compartir mi felicidad con los demás presentes para lo cual me giro todavía aplaudiendo en busca de, no sé, unos ojos de chica tristes por no poder estar conmigo o de chico furioso por no poder ser como yo o de otros simples seres humanos cuyas vidas saben que nunca podrán parecerse a la mía pero no veo a nadie, sólo a dos tipos que quieren que deje de aplaudir y llevárseme afuera. Que queda otro concierto me dicen, que con el espectáculo de mi vestimenta blanca portada ad hoc de La Noche Blanca salpicada de sangre, el escándalo de mis palmas, gritos (sí, también he estado gritando excelencias todo el rato o silbando como para ser envidiado por canarios) y saltos descontrolados no pueden proseguir, y los mando a la mierda y les pego, y sigo aplaudiendo, y gritando y les vuelvo a pegar y luego aparece una pareja de policias que me pegan con sus porras para reducirme y me llevan a la comisaría de Piqueros y aquí estoy.
En los calabozos de ahora por fortuna, al menos en los de Avilés, tienes derecho, que ejerzo, a enviar un e-mail y gracias a ese derecho, y a una aplicación de Google, soy capaz de publicar este post que me lleva a un pensamiento final relacionado pero un poco al margen de todo esto:
Me voy a acabar suicidando. Es casi seguro.
¿Blanca Romero dónde estás?
¿Blanca Romero dónde estás?
Pago lo que sea por un Quijote lleno de capítulos destos. ¡Para cuándo!!!
Como no te dediques a clonarte a ti mismo desde ya, no sé para cuando va a poder ser.
Venga, a fabricar más Mardaras por ahí (mass murder, seguro que lo has pillado).
Un besín a Aitor y a Irene, si me lo permites.
Bah..., hay mucha vida más allá del presente bloguero. Tú sigue dándole. Yo voy a fabricar. Y permito, sí.
Saludos.
Encantado de saludarte, aunque fuese tan brevemente. Acabo de enlazar tu blog al mío. Si vuelves a encontrarme por ahí, salúdame, que soy nefasto para las caras.
Un abrazo.
Lo haré David.
Lo haré Miguel.
Saludos y abrazos.
Hay que ver cuánta vida nocturna por esta villa del demonio. Y yo en blanco (hala Madrid), o de blanco o no sé cómo. Un abrazo.
L. M.
A la noche hay que darle vidilla y color, aunque sea blanco, en cualquier villa Luis Miguel.
Un abrazo fuerte.
Para ver esos ojos de chica tristes, tendrías que haber mirado, si, tal vez detrás de ti, pero mucho más lejos.
Será por chicas de ojos tristes...
¿Y llegaste a ver las figuras
blancas y sin cabeza del parque,cerca de la foca?
Espeluznante resulta también un hombre de blanco y ensangrentado...
Un abrazo.
Aunque iba en coche y con prisa sí que las vi Alfaro. Taben guapes.