Luis Miguel Rabanal
(¿No nos dan ganas de dejar de escribir?)
LLamo POETA a Luis Miguel Rabanal cada cierto tiempo por esta red de redes. No es que tenga ascendente sobre él ni mucho menos, le sobran los motivos. Es por y para mí. Me sirve para recordar, algo así no obstante no se traspapela entre menudencias desentrañadas o no, qué es ser poeta.
El poeta se define por su escritura, claro. En esta definición para nada influyen circunstancias vitales, posturas-imposturas o compañías, e ignorar formatos puede incluirse a gusto propio en cada una de las razones previas, que también quede dicho.
El tal no se guía por otra estrella que no sea belleza y anverso, en la cual cabe, dentro de las innumerables semicircunferencias que la conectan, todo aquello que sea necesario, siendo consciente que no hay diámetro que valga en esta figura. Pero no de un necesario sin más, como el alimento o la evacuación, más bien resulta de un necesario como la luz en la noche o el crujir de nuestras raíces en tierra firme. Palabra de abogado de secano.
Luis Miguel Rabanal es POETA, no sé si lo he dicho antes.
Esto que sigue también es suyo y de, lo recuerdo muy bien y casi de memoria, La última vez, publicado por Ajímez Libros en 2000 (él, a veces, mira la mar):
Mirar el mar con los ojos de mi hijo.
Esperar en cualquier momento el perfecto desvanecerse de las cosas y permanecer
aquí sentado mientras la vida se consume entre las uñas y con exagerada sorna
nos va marcando la hora en el reloj diminuto y fosco de la tarde.
Dejarse de bobadas.
Algún día nos costará muy caro este tiempo oscuro que hemos dejado acontecer
escribiendo palabras, palabras y palabras.
Aunque, tal vez, sea así mejor: desocuparse de todas las ruinas habidas y por haber
y anotar en el negro cuaderno lo que de veras importa.
Mirar el mar con los ojos encrespados de mi hijo.
Para un hombre experto en lenguas como tú, Dank. Aunque casi prefiero escribirlo en mi pobre castellano. GRACIAS.
Gracias a usted, siempre, SEÑOR y POETA.