La ignorancia habría llegado a servir para evitar el mal total, hasta que la jodieron los Watson, Crick y Wilkinson (no confundir con Earth, Wind and Fire without Water) y Walt Disney's de este mundo, o mucho antes Lutero, Calvino o el sueño de la razón que sigue produciendo monstruos.
Giro a la derecha con parada obligatoria en ese árbol que me va a hacer pupa. Todas esas ramificaciones están muy asentadas en los países modernos como éste, ya lo veo.
Volantazo a la izquierda y me evito el descalabro mayor. Siguiente venida desde el escroto: ocho kilómetros me llevarían a su casa. Su casa y la de la polla que toque el timbre fundido.
¡No me deis las largas o giro diestramente al revés otra vez, leches!
Aeropuerto, ¿eh?
Coherencia primo, a lo que vamos: Winstrol, una rula podrida, farlopa de la de siempre, un chute de Deca y la cerveza en tu regazo. No te caerán ni dos años. ¡Dios, gracias por mi inteligencia y desgracia por mi decencia creída! Mal trueque, esputo al parabrisas.
Ahora sí: chiiiii, cronk, puruplúm.
Hale, a lo que era mi casa, grúa, que sólo era un conejo.
Dos horas a su puerta y nada.
Vale, al bar.
Cerveza y tiro, la tiro dentro y todo este rato sin pensar en lapislázuli. Otro tiro y me voy a gastar treinta euros en esa máquina que ya hubiera querido Da Vinci.
Esta camisa me costó quincemil y la he rajado sin querer porque esto no es un alfiler precisamente lo que me rasca el ombligo.
Años después Matt Dillon encarnará a Jank, pero porque no conoce mi historia, no se crean, nada de lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, ni tan siquiera en una mala peli americana, que también he rajado. Menos mal que es por dentro y no se ve.
Sin coche, sin pela y con un colocón del doce. Así va el país de los siempre muertos.
Buen fin. O no.
Ya medirán lo grande que soy.
Uno y ochenta y cuatro ya por entonces, y dos cojones como los dos camiones que eché a la cuneta de camino aquí, en el quicio de la muerte.
Te diría que eres un tío grande o un gran tío ..., para que elijas.