Me decidí por el teatro. Hacía más de un año que no iba a función alguna y cuando vi en el periódico local que habría esa misma tarde una representación de Mercado libre en Gijón, obra que al parecer acercaría a los espectadores a los límites de la moral humana dentro del sistema ¡capitalista!, y donde por las fotos que acompañaban el anuncio seguro que se iba a quedar en pelotas la actriz, resolví ir. No me hacía mucha gracia coger el coche para subir hasta el Teatro de la Laboral que queda a las afueras de Gijón, no lejos, pero fuera como fuera arranqué y allá me fui. Tras adquirir la entrada para "el espectáculo de hoy, por favor" me doy cuenta gracias a lo que pone en el ticket que lo que se va a representar en La Laboral es: Bruno Beltrao. H3. Le pregunto a la chica que cómo es posible si yo venía a ver la obra Mercado libre donde una tía se iba a quedar en pelotas, seguramente. "No, no" me dice, "esto es lo que hay hoy. Si no quiere entrar le devuelvo el dinero porque no sé si le va a gustar. Es hip hop." La pobre chica obviamente no sabía con quien estaba hablando pero la excusé ya que en el último momento a pesar de un mechón trasero rebelde no me había decantado por colocarme sobre la cabeza ninguna gorra. Confirmé en el mostrador mismo, en un ejemplar del mismo periódico que había por ahí y que ya había leído por la mañana, que efectivamente estoy como la pija de un mono. No me daba tiempo tratar de dirigirme al Teatro Jovellanos en el centro de Gijón, a tiro de piedra de mi casa, donde escenificarían el Mercado libre y entre eso, y que me mola el hip hop, pues, me quedé. Error. Ya de entrada me pareció extraño que a una función de hip hop no fuera a asistir nadie con gorra, como comprobé en el hall antes de que nos dirigieran a los espectadores al escenario. El espectáculo era en caja escénica lo que significa que los actores, que resultarían ser bailarines, iban a estar a un palmo de mis narices, a las cuales llegarían sin problemas los olores del sudor de los mismos, y que coloqué en primera fila sin repentinamente preocuparme en absoluto de ese mechón de pelo rebelde que me hacía parecer recién salido de una pelea de gallos. Según me senté allí, y esto al igual que el resto de esto que estoy contando no es ficción (P.D: en la medida en que lo vivido no es ficción, no lo escrito, me explico, aunque lo escrito tampoco es ficción nunca, no sé, mejor lo dejo), oigo que el tío a mi lado dice: "Mira Leo."
Me giro hacia la voz y me vuelvo a girar hacia donde mira la persona de esa voz y veo que mira a un tío que acaba de entrar en el recinto y que lleva... ¡BOINA!
Si me dicen que aquello en realidad pretendía ser una representación vigororsa de una mezcla de capoeira y gimnasia artística realizada con atuendo cutre por unos muchachos como de pantalla plana (ya saben, esas teles en las que la gente sale más corta y más ancha que en realidad), me lo creo. No me creo la intelectualización a la que se somete al hip hop en este espectáculo, como rezaba un flyer que volaba por ahí y atrapé al vuelo. En la primera parte del show no hubo ni música. Tsé, tsé, tsé, si ni siquiera llevaban gorra... y ni dios se desnudó en un espectáculo sin chicas (¿sexismo en el hip hop? ¡Ojo!). A punto estuve de saltar a escena y marcarme una tortuga, como hacía a mitad de los ochenta cuando escuchábamos a Afrika Bambaataa y a la Rock Steady Crew. Imagínense lo poco que me gustó, con lo correcto que soy, que no aplaudí (creo que ha sido la primera vez que no aplaudo a alguien en escena), y además no lo hice, aplaudir, digo, mirándoles a los bailarines a los ojos que ya dije, estaban al alcance de un puñetazo. Para más inri fui el primero en salir y para ello pasé entre todos los artistas que aguardaban en el pasillo por donde los espectadores habíamos entrado, para ellos volver a salir a recibir el aplauso de una audiencia entregada. Salí con la cabeza agachada para no fulminarlos con mi mirada. Un par de ellos tuvieron que apartarse de mi camino por su propio bien.
Salí del recinto, me metí en mi coche 4x2, arranqué y sonaron los Beastie Boys. En concreto, esto.
Ya por la noche, y ya con gorra, vi a Nacho Vegas en un bar durante los mismos momentos en que comenzaba a oírse allí Bring the noise de Public Enemy con Anthrax, pero aquí no hay historia.
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Si es que no hay mal que por bien no venga, amigo. Al menos sirvió para pasar un buen rato leyéndolo en el blog.
Por cierto, el rap que se marca Jordi Hurtado y cía. no tiene precio.
Sí, muy grande Emm Cee Jay Dee.
jay dee
jajaja
no tienes ni
puta
i
d
ea
Gracias, Reo.