Se plancha lo rubio hasta volverlo sedoso,
engrandece su mirada con un par de rayas.
Coloretes y perfilador completan su máscara,
luego las argollas tintinean contra el frasco francés.
Esos tejanos redondean su culo
y los altos tacones lo ponen en su sitio.
El colgante se hunde en su ombligo
y con un apretón le da el toque a su pecho.
La torera se la lleva puesta.
Sus labios apenas me rozan su carmín
y al paso firme retumba su 'adiós',
a medianoche y sin móvil.
Hoy no tendrá compasión.
A mí me sobran cincuenta euros
y por suerte, no tengo que disfrazarme para irme de putas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas
Bravo!
Supongo que te da igual que te dé las gracias o la enhorabuena, pero es un honor que tal exclamación provenga de una bacteria resacosa (si la memoria no me falla, que generalmente es que sí, pero bueno) que ya poseo ha tiempo.
Visiten su blog, pocos amigos, es recomendable, como pueden constatar por lo que acabo de escribir, y yo recién aún lo estoy descubriendo. Pildorita a pildorita.
El blog de Nacho Abad