Esta noche se lo diré.
En un aparte del maquinar de mi cabeza gatearé a su lado.
Retiraré el cabello delicadamente de su espléndido oído, el izquierdo a poder ser.
Evitaré su desafiante, casi amenazadora, mirada, tan honda, despistándola con una zurda abierta y vacía a pesar del insinuar de una prestidigitación ya antes, de todos modos, mil veces errada.
Mis labios, sin escorzos, humedecidos y temblorosos, se perfilarán ante ese otro agujerito negro de un poder de atracción muy mayor al necesario.
Volarán las palabras hacia allá en un viaje obligatorio por más que los momentos nunca se sincronicen al tono de lo que quieren decir.
Harán la labor del martillo impactando en el yunque ser de un placentero que las vibraciones estremecerán la parte más expuesta de su piel y su rubio vello querrá huir hacia donde acabo de perder la palabra que buscaba en un fogonazo y esto se convierte en un momento de luz que me hace reconocer no querer a nadie más que a mí mismo.
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Podrías haberlo alargado, pero no por ello habrías escapado de la verdad. Es nuestra condena, la de todos. Me ha gustado mucho. Espero que no te importe.
La putaprosapoética del lunes es buena pero las palabras que vuelan la superan, como escribiría alguien: Sehr gut schatz.
Ich danke euch beiden für eure grosszügigen Wörter.
Aunque no me veas, ahora estoy aplaudiendo.
Vaya, vaya, mi publicista favorito me aplaude. Y yo me pongo de rodillas a suplicarle otra vez por sus favores.
El de Cuenca sabe lo que se dice aunque le pese a la anónima Marilyn.
Molóme eso de "...las hay, pero a su manera, otra". Mucha mala leche va ahí.
Salud niño, y a las doce huye del campamento o te convertirás en chancli for ever.
Ja, ja. Ayer presencié tres palizas a la salida del campamento. Uno se acostumbra a todo.