La cuestión del taburete

Vas a tener que explicármelo de otra manera.
Bien, estábamos ahí tomando algo, ¿no? Y me entró hambre y fui a por unas aceitunas.
¿Cómo que fuiste a por unas aceitunas? ¿Buscaste olivos en la noche?
Allí hay una máquina que expende frutos secos, gominolas y aceitunas y eso, ¿vale?
¿Rellenas?
De anchoa. Y cuando vuelvo a mi sitio, un tipo estaba sentado en mi taburete.
Avanzas demasiado deprisa. Cuéntame algo de la chica.
Nos conocimos el fin de semana anterior, en el bar.
Vale.
Y la chica me llamó la atención. Llamó la atención a todo el mundo en realidad.
¿A todo el mundo que la vio en ese bar querrás decir?
Sí, perdona. Y la chica esta pues me gustó mucho.
Eso ya lo he oído en otra ocasión.
Quiero decir que brillaba en la noche en aquel bar de poca luz. Tenía como un aura.
Te entiendo. Paranormal pero en el buen sentido, ¿no?
Sí.
Emanaba una especie de luz que te deslumbró al momento; a ti, que no eres de deslumbrarte, ¿no?
Sí, lo estás pillando. Sigue.
Tú, en cierta, o en concreta, manera también captaste su atención como te ocurre en bastantes ocasiones. Una forma de llamar la atención que achacas principalmente a tu presencia física, a tu porte, gallardo digamos, aunque en ocasiones, y principalmente las chicas que más te han gustado, y aquí has de confesarte que esas siempre son las más hermosas chicas, si tomamos como canon estético el aceptado, que coincide con el publicitado o mediático, te han confesado que hay algo añadido en ti que las atrae, ¿cierto?
Sí, sí. Vamos, ese algo como inexplicable, o inexpresable, mejor dicho.
Lo sé, lo sé. Pero permíteme continuar.
Adelante, perdona.
No, hombre, no te disculpes.
Es una, creo que ya, mala costumbre que tengo, ¿sabes? Pedir permiso o perdón, dar las gracias y todo ese arsenal de buenas maneras que empleo a la más mínima ocasión y que no todo el mundo entiende, especialmente en estas tierras. Pero sigue.
Creo que deberías proseguir tú.
No lo creo así, pero vale.
Y nada, eso, nos miramos, yo totalmente cegado, enceguecido que se diría, por su luz aunque suene un poco asá. Nos sonreímos, dijimos alguna tontería, luego tomamos unos chupitos, de VodkaCaramel, como siempre hago cuando invito, porque es una auténtica bomba y a las chicas les pone más de lo que se creen, y comenzó a sonar Sex on Fire y me dijo, en una cuasi explícita invitación a besarla, o así lo tomé yo, que le gustaba mucho. ¿Conoces la canción?
¡Cómo no! Pero ahora acelera un poco, por favor.
Perdona.
No pasa nada. ¿Quién sigue? Da igual. Tú mismo. Vale. Bueno, pues la noche aquella fue bastante bien. No sé si me entiendes aunque no quisiera engañarte.
En todo caso, no creo que puedas.
Pues quedamos varias veces esa semana hasta que llegó aquella noche, que es la de ayer. Estábamos muy a gusto allí, en ese sitio tan chulo con música de los '50 y '60 del siglo pasado tipo Fats Domino, Little Richard y cosas del palo, bebiendo cerveza con sabor a mil besos (aunque suene a broma ahora no me disculparé) y hablando y tal. Hablando por ejemplo de lo mucho que se parecía, ella, a varias estrellas de televisión, lo cual en principio puede parecer difícil pero bien miradas a las presentadoras o semi-actrices de la tele les sacas más de un parecido entre ellas. Realmente es una chica muy guapa.
Pienso igual en todo.
¿Estás de acuerdo en que no incluya lo de las aceitunas?
Deberías mencionarlo pero si te es más cómodo saltémonos esa parte. Pero que no acabe todo en un chiste, ¿vale?
Tendrá menos gracia entonces. Da igual. La chica sentada donde antes y al lado mi taburete, que no está. Entre que la chica se había distraído charlando amistosamente con la camarera, que por cierto según me contó, la seguro ya ex-casichica mía, era amiga de su ex-novio, un rockero, vaya cosa, y que yo había tardado más de la cuenta en volver con las aceitunas del expendedor situado al principio del bar (estábamos sentados al final de la barra, acoto, por si acaso) donde también se ofrecían gominolas, frutos secos y no sé realmente si algo más, porque, casualmente, la máquina se tragó mi moneda con un poco de ayuda por mi parte ya que no hice girar bien la manilla o como se diga, pero, claro, eso no se lo dije al camarero que vino con otra moneda en la mano para insertarla y accionar el asunto correctamente y ante él me tuve que justificar mostrándole el dedo que casi me pilla la dichosa máquina, pues nos habíamos hecho un lío todos, incluyendo el gordo que se había sentado en mi taburete.
Lo de llamar gordo al tipo que atrajo hacia sí (unos dos metros, ni más ni menos) sin pedir permiso, o siquiera formularle, a la entretenida en hablar chica en cuestión,  la simple pregunta de "¿está ocupado?" y se sentó en lo que vienes llamando "tu taburete", no está bien, ¿no crees?
¿Cómo?
Llamar gordo a gente obesa como atributo personal definitorio.
Eso mismo, con otras palabras, me dijo la chica después de todo el follón. Va a ser que tenéis la misma visión de lo que es educación, o civismo.
Creo que tus buenas maneras, al igual que anoche, se van rápidas al limbo, ¿o cómo crees que debo interpretar esa actitud, si bien en el fondo hosca, aparentemente no más que sarcástica hacia la que acabas de girar conmigo. ¿Por qué no vas al grano, como dicen los americanos?
No te me pongas a rimar que todavía la vamos a liar.
No puedes ir así por la vida. Si al final te sales con la tuya, igual que anoche que obligaste al gordo grasiento y maleducado que encima vestía un odioso polo rosa de cierta marca de reptil a cederte el sitio con dos cojones. Y es que él sí que fue poco afortunado, ahí comparto tu vehemencia, en sus primeras negativas, menospreciando tus buenos modales que como tú bien sabes en ciertos ambientes pueden no llevarle a uno muy lejos. Pero, de todas formas, alguna otra conclusión sí que debes ir sacando porque me parece que en el medio en que estamos este tipo de digresiones de tan poco narrativas al uso y de ya cierta extensión no están muy valoradas, creo yo. O sea que, ¿qué te pasa realmente con esa chica? Ella te comentó que no pasaba nada, que pensaba diferente a ti en este asunto y que le produjo impacto que fueras capaz de pasar en un segundo de ser el tipo más amable a una fiera en potencia, pero también te dijo que le gustan, hasta cierto punto, ese tipo de caracteres, capaces de imponer lo que ellos creen justo y adecuado. Aquí hay algo más que no estás queriendo confesar, y como no podía ser de otra manera, sé ese motivo, pero no me toca a mí definirlo que para quedar como un superficial ya estás tú. Y te había aconsejado no finalizar con un chiste y no lo harás aunque quisieras porque más que gracia es bastante penoso admitir a una semana de relación que con pantalones no estaba ni la mitad de buena. Que hasta el ombligo muy bien. Que los tatuajes de pin-up muy bien. También esa escondida flor de loto. Que los pechos muy bien. Que la boca perfecta. Que era una belleza de mitad de siglo XX y muy bien. Y el resto de lo demás muy bien, sin entrar en detalles de momento, pero que con vaqueros muy mal. Muy mal, de verdad. Tienes varios problemas, chaval. Pero a continuación, por qué no dices que era rubia, teñida, ya sabes, ese estado mental más que color de pelo. Que ponía morritos tras cada sílaba que pronunciaba. Y con esos mismos morritos posaba en cada una de las fotos que te mostró en su móvil última generación tan activo en sus manos como el demonio. Que pestañeaba constantemente y de manera deliberada de un modo exasperante con vete tú a saber qué y dónde apropiadas intenciones y maneras (influencia muy probable: revistas de tendencia de alguna cosa femenina, de anteriores temporadas). O que se mordía constantemente los nudillos, eso sí, si antes había finiquitado a dentelladas sus últimos padrastros y cutículas. Que te dijo que estaba más bien, no dijo mejor, no, dijo "más bien" de la espalda maltrecha y con protusiones en varios segmentos de su columna (pobrecita). Más bien estaba un poco hasta la polla de esa chica quien sea que esté escribiendo esto. Y claro, sin siquiera follar. "No chica, no es que no me apetezca (acompañarla a casa, el primer día) es que creo que podemos tener algo especial. Mañana te llamo." ¿A quién querías engañar? ¿Qué te ha dado por buscar amor, ahora? ¿Ese era el pretexto para llegar hasta ese punto que se produjo anoche? ¿Pintarte ante ella como lo que tú crees buen chico para por unos pantalones mal escogidos (aparte de lo que se ha descrito antes) mandarlo todo al carajo en un ataque de apenas refrenada explosión de furia  por un gordo de mierda que te quitó un taburete? Venga, hombre. Alégrate, que mira cuánto has escrito hoy del tirón.
Vete a cagar.
Eso mismo acabamos diciéndole a la chica.

3 espiraciones

  1. Soma Says:

    Hace tiempo que no me gusta tanto un aporte tuyo. Es muy, muy bueno.

  2. David Says:

    Qué bueno, Leo.

  3. Leo del Mar Says:

    Lo que vosotros digáis.
    ¿Alguien más?