Un consejo de otro malvado


Me encanta hacerlo.
Salgo por las tardes a pasear por el parque.
Varío de escenario según las conquistas.
Suelto a mi bóxer por allí, hembra. No ladra.
No le cortamos las orejas y parece triste siempre.
Creo que está enamorada de mí.
Odia a los niños, pero más a las niñas. Lo sé, aunque nunca les gruña.
No hay nada como un perro para atraerlas, quizá un bebé.
Bueno, un recién nacido funciona mejor con las mayores, pero esas no cautivan a nadie ya.
Kali deja que la acaricien, por hacerme un favor. Es mi otra cómplice.
Si las niñas preguntan por el sexo del animal sé que están a punto.
Empiezo a liarme un porro como si fuera la cosa más natural del mundo.
Les ofrezco. Si aceptan pierdo el interés. Si no, no.
A los catorce, a lo sumo a los quince, están podridas.
Once, doce, trece. No más. Es mi recomendación.
Mi mujer es de la misma opinión.