Para ir haciéndoselo mirar

En mi inquebrantable ánimo por seguir cosechando derrotas participé hará un par de meses en cierto certamen de microficciones por segunda vez sin obtener el pase a la final a seis. Quiero creer que por gol-average desventajoso con los sí glorificados.
Presenté el escrito bajo el seudónimo del gran poeta bolivariano Lydio Trémelez en claro homenaje al excelso hábito poético-lector allende los mares.
El mencionado concurso mensual parte de una simple mecánica que consiste en escribir una prosa de un máximo de doscientas palabras a las cuales una imagen proporcionada por los responsables ha de servir como trampolín de ideas.
Se seleccionan los seis mejores textos a juicio de los encargados de esta interesante página web para que luego un escritor, o escritora, colaborador, cuyo nombre varía en cada convocatoria, dictamine el posicionamiento final.
No hay premio de ningún tipo que yo sepa más allá de la satisfacción por el reconocimiento al trabajo bien hecho.
Abajo primero la imagen que correspondía al concurso de ese mes, agosto, y luego mi texto.
Me encantaría finalizar con alguna analogía del palo Sísifo, tan recurrente, dichoso con su roca, como en la interpretación de Albert Camus, y así, que me mola, pero no me nace.









A ojos del orbe la desparasitación degeneraría el estado de las cosas.